Guinea Bissau. Las tres plagas

La corrupción, el narcotráfico y el extremismo religioso azotan el país

Texto: Xaquín López Fotos: Sonsoles Meana
MUNDO NEGRO FEBRERO 2014

Guinea-Bissau vive pendiente del futuro inmediato, que se escribirá en apenas un mes y medio con la celebración de las pospuestas y nuevamente previstas elecciones presidenciales. Pero también camina con el lastre de herencias más o menos recientes, enquistadas entre la población, las fuerzas de seguridad del Estado y la clase dirigente

Guinea-Bissau es un diminuto país encajonado entre Senegal, Guinea y el Atlántico. Tiene una supercie oficial de 36.125 kilómetros cuadrados –poco más que Cataluña–, pero la supercie real depende de las mareas: cuando bajan las aguas del océano casi duplica su territorio, dejando al descubierto una extensa franja de tierra fangosa y baldía.

Esta curiosidad condiciona las fronteras marítimas del país al capricho de las mareas oceánicas. Aunque no deja de ser una peculiaridad geofísica, lo que sí está marcando su presente es su vocación atlántica, a la entrada del Golfo de Guinea, de la que el gobierno de Bissau está sacando provecho.

Guinea Bissau. Las tres plagas

En los últimos cuarenta años, la Unión Europea ha financiado proyectos en el país por importe de unos 1.000 millones de euros: 550 millones de manera directa desde Bruselas y otros 450 en ayuda bilateral de Suecia, Portugal, España y Francia principalmente. Buena parte de este maná ha ido a parar a los bolsillos de la élite gobernante.

Al arrancar este siglo, la inmigración subsahariana, a través de España, Italia y Grecia, encendió las alarmas en la Unión Europea. Se puso entonces en marcha desde Bruselas una doble política represiva y preventiva para proteger la frontera sur europea de la llegada de cayucos procedentes del África Occidental.

En los cientos de estas embarcaciones que durante la primera década de este siglo llegaron sobre todo a Canarias, apenas había inmigrantes de Guinea- Bissau, pero eso a Bruselas le daba igual. La oligarquía gobernante entonces en el país africano se benefició del flujo de millones de euros que la UE entregaba para frenar la oleada migratoria. Incluso el Gobierno de Rodríguez Zapatero dio un paso al frente y abrió, en 2007, sede diplomática en Bissau.

El primer embajador en esa cancillería, Ángel Manuel Ballesteros, distingue entre la inmigración bissauguineana y la del Sahel. “La explicación es clara: en Guinea-Bissau hay miseria, pero no las hambrunas recurrentes que padecen los países del Sahel y de ahí, que la emigración nunca haya sido mayoritaria”. un país con el que los lazos comerciales eran –y son– prácticamente inexistentes.

Lo mismo hizo Bruselas, que tiene una misión abierta en Bissau desde 1976 para gestionar los recursos comunitarios en el país. Al frente de la misma, desde 2010, está el diplomático español Joaquín González-Ducay: “La crisis de Malí ha cerrado caminos a la inmigración, pero otros alternativos se han abierto, aunque la tendencia es que la presión migratoria aumente”.

Guinea Bissau. Las tres plagas

A finales de la primera década del siglo, el victimismo de la inmigración dejó de ser rentable para el Gobierno corrupto de Bissau y fue entonces cuando llegó la segunda plaga: el narcotráco.

La ruta africana de la cocaína

“Por aquí vienen muchos colombianos, algunos gallegos de Vigo y, últimamente, están apareciendo los mexicanos”. Lo cuenta el portugués Antonio Torres sentado en la terraza de su coqueto restaurante situado frente a uno de los mejores hoteles de la capital, el Coímbra. El Comandante Torres, como es conocido en la ciudad por su pasado militar en las tropas portuguesas en Angola, sabe que en su terraza se cierran muchas operaciones de droga, pero él es tan solo un superviviente blanco en África: “Ellos vienen a hacer sus ‘bisnes’ y yo el mío, que es dar bien de comer a mis clientes”.

Guinea Bissau. Las tres plagas

El Comandante no anda muy descaminado porque todo el mundo sabe que Guinea-Bissau es un buen lugar para comprar cocaína. Tanto es así que Interpol lo ha catalogado como el primer narcoestado africano. El primero digno de tal mención fue el Medellín del clan de los Escobar en los años noventa; ahora el relevo está en la otra orilla del Atlántico.

El victimismo de la inmigración dejo de ser rentable para el Gobierno corrupto de Bissau

Un país diminuto con 189 hitos y mojones fronterizos es imposible de blindar a la amenaza externa. Si a ello se le suma una maraña de islas deshabitadas y tan solo dos patrulleras de la Guardia Nacional para vigilarlas, el resultado está a la vista.

“El narcotráfico es una fuente de inestabilidad para el país y alimenta el estado fallido de una sociedad que no ha sabido o podido crear un auténtico Estado al servicio de los ciudadanos”, nos cuenta el embajador González-Ducay en su despacho, situado en el barrio diplomático de la capital.

Guinea-Bissau es el undécimo país más pobre del mundo, según el Índice de Desarrollo Humano de 2011, pero eso no le condena a caer en las redes del crimen organizado del narcotráfico. Lo que sí le condena es su débil estructura de poder, con gobiernos inestables que caen al primer golpe de Estado de los militares; un Ejército corrupto incapaz de controlar las fronteras marítimas y sobre todo, el idílico archipiélago de Os Bijagós, un laberinto marino de ochenta y ocho islas, de las que solo doce están habitadas, con unas veinte pistas de fortuna donde aterrizan sin control avionetas de Latinoamérica con fardos de cocaína.

“La droga la custodian los propios militares en los acuartelamientos dispersos y fuera de control en las islas”, reconoce una fuente policial occidental en Bissau, que pide permanecer en el anonimato. La gangrena del narcotráfico se ha extendido de tal manera entre la oligarquía gobernante y el Ejército que la DEA –policía norteamericana antinarcóticos– detuvo a finales del pasado abril al contralmirante Bubo Na Tchuto.

El máximo jefe de la Marina guineana fue detenido a bordo de una embarcación y trasladado a Nueva York por enviar alijos de cocaína a Estados Unidos. La DEA asegura que la operación se llevó a cabo en aguas internacionales, aunque fuentes locales indican que se produjo en una isla de Os Bijagós, adonde habría acudido el oficial para cerrar una operación de droga, engañado por los agentes norteamericanos. Ninguna fuente oficial guineana protestó ante la embajada norteamericana por dicha detención, quizás porque mucha gente en Bissau entiende que el contralmirante –a quien recuerdan limpiando zapatos en su infancia– era uno de los principales socios de los cárteles de droga colombiana en el país.

Una vez que la cocaína está al recaudo del Ejército en Os Bijagós, la forma más común de trasladarla a Europa es en contenedores a través de Dakar, desde donde la facturan a puertos europeos. Los narcos suelen aprovechar las cosechas de anacardos, uno de los principales cultivos de Bissau, para camuflar la cocaína entre esa mercancía. Lo cierto es que la entrada masiva de droga por Bissau está salpicando a los países vecinos, principalmente Guinea, Cabo Verde y, sobre todo, Senegal. No es casualidad que tras la visita del presidente Barack Obama a Dakar, en junio pasado, el presidente de Senegal, Macky Sall, cesara al director de la Policía y al comisario responsable de la Brigada Antinarcóticos, por su presunta vinculación con el narcotráfico. Un reciente estudio de Ameripol, que aglutina a los distintos cuerpos policiales de América Latina, considera que un 30 por ciento de la cocaína que se consume en Europa entra por la ruta africana.

Otra opción emergente para el envío de esa droga son los veleros. Mundo Negro fotografió uno de los refugios de estas embarcaciones, en su mayoría con pabellón francés, que los narcos fondean de forma secreta en los intrincados canales de manglares del río Casamance, al sur de Senegal, y a escasas horas de navegación en piragua de las islas Os Bijagós. Según el testimonio de algunos vecinos de la aldea de Djilapao, donde estaban fondeadas las embarcaciones, los veleros aguardan el final del verano y por tanto de la estación de lluvias en el trópico, para trasladar la droga a Marsella y a otros puertos europeos.

Guinea Bissau. Las tres plagas

Bissau es también un buen mercado para el menudeo de la droga. Fuentes policiales de toda solvencia indican que a la capital viajan, vía Lisboa, pequeños narcos gallegos a comprar uno o dos kilos de cocaína y contratan mulas y correos locales para que transporten la cocaína hasta Galicia.

El embajador de España en Bissau, López Perona, entiende que el país “sigue siendo vulnerable al narcotráfico, aunque al estar bajo el foco de la atención internacional, el interés de las grandes redes de narcotráfico ha disminuido. No obstante sigue considerándose un lugar importante de paso de droga y preocupa –y mucho– el destino que puedan tener los fondos que genera esa actividad en la zona”.

Con estos antecedentes, no es de extrañar que Guinea-Bissau ocupe el séptimo lugar en la lista de países más corruptos del planeta, que elabora anualmente la organización Maplecroft Global Risk Analytics.

La tercera amenaza maldita

El único problema que no tenía hasta ahora el país era el enfrentamiento religioso, pero hasta eso está cambiando en los últimos años. El avance de la religión musulmana es imparable, en un país hasta ahora con amplios porcentajes de población animista. Se están efectuando conversiones masivas al Islam, a cambio de sacos de arroz, en cumplimiento del lema de ‘alimentar el espíritu’. El Ejército, de la etnia balanta, de larga tradición animista, es el último dique al avance de la religión musulmana. Los balanta se disputan el control del territorio con los fulas, comerciantes y pací cos, aunque entre ambos hay buen entendimiento.

Guinea Bissau. Las tres plagas

Ciudades como Kebu, Gabú y Bissau cuentan ya con escuelas coránicas radicalizadas. Servicios de inteligencia occidentales tienen constancia de que algunas comunidades musulmanas están enviando a jóvenes a estudiar en las integristas escuelas coránicas de Mauritania. Ya ha habido casos de detenciones de algunos de ellos por su pertenencia a Al Qaeda.

“La proliferación de corrientes de pensamiento radicales que puedan encontrar en esta zona un lugar de expansión, reclutamiento de adeptos y financiación de actividades terroristas ha cobrado auge en los últimos años” reconoce el embajador español, López Perona.

Mientras tanto el Ejército, que tutela al actual Gobierno salido de un golpe de Estado, toma posiciones. Su estrategia es quedarse solo y expulsar a las tropas africanas de pacificación CEDEAO. En las últimas semanas se han denunciado raptos y violaciones de menores supuestamente para traficar con sus órganos. La población acusa a los ciudadanos nigerianos, que están en el punto de mira. Ha habido linchamientos en plena calle, sin que nadie haga nada por evitarlos y a los analistas internacionales no se les escapa la casualidad de que la CEDEAO está compuesta, en su mayoría, por soldados nigerianos. En los mentideros diplomáticos lo interpretan como una maniobra del Ejército para echar a la población encima de la CEDEAO y justificar de esa manera su salida del territorio bissauguineano.

Por su parte, la Unión Europea presiona para que las elecciones se celebren lo antes posible, aunque la fecha actualmente fijada para el 16 de marzo, corre riesgo de aplazamiento. “La transición debiera haber concluido con elecciones antes de finalizar 2013” puntualizan medios diplomáticos, pero lo cierto es que hay fuerzas internas muy poderosas, que pretenden seguir viviendo del maná que llega del Nor- te, aunque sea a costa de reinventarse nuevas plagas para engrasar la maquinaria de la corrupción.